Me voy de casa. Si todo sale bien, a fin de mes estaría con mis maletitas y mis cajas fuera de la casa de mis padres. Y no porque tenga algún problema con los habitantes de esa casa, tengo dos padres la raja, un hermano la raja, y dos hermanas la raja. Tengo también tres perros que me hacen cagarme de risa la mayor parte del tiempo, y una gata, que es de mis hermanas, que últimamente me derrite con sus ojitos y su vocesita felina. Tampoco es porque necesite más espacio, o más independencia. Debo reconocer que a mis 25 todavía soy harto mamona y que me carga estar sola en la casa. Además soy totalmente inepta en las labores del hogar, no sé cocinar, detesto limpiar, y las plantas no sobreviven a mi cabeza de pollo.
Pero me voy. ¿Alguna mala cara?, me preguntó mi madre, quien tan amorosamente accedió a cederme su departamento. Ninguna mala cara, por acá por lo menos. La verdad es que la mala cara es del vecino. Y sobre todo de su polola, aunque la cara de esa mujercita no me importa en lo más mínimo. La cara del vecino si me importa. Él fue mi amigo, y fue mi novio. Novio por 6 años, 5 meses y 20 días. Amigo por más de 10 años. La historia es larga, y es triste.
Me largo porque quiero avanzar. Con Vecino bautizamos cada parte de esa casa, colonizamos el patio y el antejardín con besos locos, peleas, reconciliaciones, cafecitos bajo las estrellas, cigarritos...Pa qué decir mi pieza, a mi almohada se le pegó su aroma porfiado indefinidamente. No tengo más opción que escaparme de mi casa, de mi barrio, y cambiar.
Así que me largo, y es un alivio. A vivir solita, on my own, por vez primera en la vida. A ver cómo me va.
Debo comprar un microondas, una plancha y ollas, eso por ahora. Tengo nervios, y me da un poco de pena. Sobre todo porque no tendré internet ni cable. Ahora tengo notebook y no tendré wifi en el depto. Tampoco voy a tener tina, con lo que me gustan los baños de espuma. Tampoco tendré quién me salude cuando llegue, ni quién me diga buenas noches, ni a quién invitar a fumar un puchito afuera. Pero voy a estar más lejos de Vecino y de las réplicas de su terremoto. Y eso señores, no tiene precio.
